miércoles, 10 de agosto de 2011

Tortillas para la Guerra


Foto: http://3.bp.blogspot.com

Por: Nélson Arambú (MDR)

A mediados del siglo XVII la revolución industrial amenazaba con desmitificar el humanismo, tenía claro que, para sobrevivir, aliarse con la ambición desmesurada de los sectores reaccionarios sería su mejor estrategia; la manipulación mediática descrita por algunos personajes actuales entre ellos; N. Chomsky, establece que “el sistema ha conseguido conocer al individuo común mejor de lo que él se conoce a sí mismo” y es por este principio rector y universal de los dueños del mundo que, los indignados o masturbadores de la dignidad popular, no consiguen enjuiciar a las disparidades sociales; la ciencia ha querido explicar estos comportamientos de los individuos que transcienden en un grupo o sociedad - es hasta cierto punto difícil antagonizarse con el fascismo dialéctico – un estudio realizado por un científico británico, explica que; los genes contribuyen aproximadamente en un 50% a las variaciones de medidas de altruismo, empatía o agresividad en una persona; mientras que, el profesor J. P Rushton de la University of Western Ontario, establece la existencia de una base biológica de la moralidad; no obstante; por fortuna en ciencia podemos apelar a que; lo único que esta puede demostrar, es que está equivocada.

El espectro político nacional ha evocado al radicalismo “intelectual” compartiendo per se una sola tendencia; en materia de justicia e igualdad, la abstracción les permite participar de forma disfrazada en los procesos de transformación – debemos entenderlo como radicalización – cuya consecuencia inmediata es la segmentación social del país; no es coincidencia que todas las interacciones entre los símbolos mediáticos nacionales tengan como ingrediente principal, la criminalización de los opuestos; en tales circunstancias el efecto directo en la población será alimentar el rechazo al pensamiento crítico-constructivo y ponderar al odio y la polarización como la única forma de sobreponernos a la crisis; y no es que sea del todo negativa la polarización pero esta debería darse bajo ciertas condiciones que aseguren la imparcialidad en el manejo de los medios utilizados con fines de información.

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Limitar la estimulación del pensamiento genera oportunidades competitivas, dogmatizar a los pobres ante la supremacía del existencialismo religioso, y aun más factible la proliferación del gueto extendido; todas las anteriores armas de destrucción masiva, tienen un rol predominante en el control extremo del estado conservador y neo-colonialista; la consecuencia a mediano y largo plazo son las mismas disparidades sociales; pobreza, desempleo, analfabetismo , aumentadas por el debilitamiento financiero de las economías del tercer mundo, el desapego a la identidad y acentuadas por un clima de violencia y fascismo institucional.

La casuística de los fenómenos mediáticos de Honduras, establece una serie de eventos “aislados” durante los periodos de gobiernos en la última década 2000 – 2011; algunas transfiguraciones del fantasma de la desaparición de civiles amparada en ley tales como; la ley de policía y convivencia social (Decreto 226-2001) que en su praxis legitimó la persecución de las y los ciudadanos de tercera clase (hetairas, jóvenes y niños en la calle, homosexuales, pandilleros) estableció la penalización del ser joven y ser pobre, y fue en este periodo en el que las muertes extrajudiciales de niños, adolecentes y jóvenes alcanzaron cifras de 1262 en 2001, mientras que, las muertes de personas privadas de libertad fueron de 425 para ese mismo año; solo para el mes de julio de 2002 fueron asesinados 43 niños y jóvenes en este país; la ley de control de armas de fuego (Decreto 30-2000) fue categórica en la permisividad para la compra y tenencia de armas en manos de la población, fundamentándose en la supuesta importancia de “registrar” las armas de los civiles para legalizar su circulación en el territorio nacional; la hipótesis obligatoria es ¿Por qué razón fue importante poner armas en manos de la población civil, justo cuando la curva de violencia y desapariciones forzadas en Honduras alcanza su pico más alto?

La carrera armamentista obtuvo mayores oportunidades en los países dogmatizados, las cifras no mienten, cada año el comercio mundial de armas supera los 26,000 millones de dólares, lo paradójico es que la cifra se alcanza con la misma facilidad tanto en países ricos con en los más pobres.

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Honduras no es un estado pacifista per se; un territorio es el resultado de los eventos históricos que transforman su sociedad, y estas transformaciones generan nuevos territorios, nuevos espacios, nuevas oportunidades de enriquecimiento equilibrado o nuevas desigualdades, nuevos guetos y otras realidades que parecen co existir en mundos paralelos pero invisibles entre sí; para muestra, el gasto militar ha demostrado tener un efecto depresivo sobre el crecimiento económico debido al desplazamiento de las inversiones de las prioridades sociales hacia el desarrollo de la tecnología militar; en la última década el estado hondureño ha destinado sumas millonarias a las fuerzas armadas; según datos de la REDSAL en 2008, el estado destinó 173 millones de dólares en concepto de “defensa nacional” lo que representa el 5.45% del presupuesto nacional, mientras que, sólo para el primer semestre del 2011 esta suma alcanzó más de los 40 millones de dólares; esto equivale al 23.1% de lo destinado en los últimos 10 años; en contraste con lo anterior, el gasto para la salud y la educación sufrió una reducción en este mismo año.

En 1978 tras el asesinato de Mario y Mary Ferrari, surgen las primeras “sospechas” de la narcoactividad militar en el país, su capacidad para mover la carga del sur de América a los Estados Unidos, se concretó gracias a cuatro ejes fundamentales; el ejercicio del poder de facto, el entrenamiento bélico de la escuela de las Américas, la capacidad armada del ejército de este país, y el control de algunas instituciones del estado en manos de militares y policías, entre ellos; el general Juan Alberto Melgar Castro, cabeza del régimen; coronel Ramón Reyes Sánchez, director de la penitenciaria central; y el ex sargento militar Dimas Reyes, asignado al G-2 del ejército o inteligencia militar – este caso fue seguido muy de cerca en esa época por Diario Tiempo – el antecedente del narcotráfico en Honduras, cobra importancia en el nuevo contexto de país, en cuya fórmula – basados en información – podemos concluir que, se ha incrementado el presupuesto para la tecnificación de armas del ejército; en un periodo de tan sólo cuatro años en la última década el número de armas de fuego registradas en manos de civiles llego a 52,740 (2005-2009); como freno al descontento social se reduce la inversión pública del país, particularmente en educación y salud, y se dispara la violencia diferencial a periodistas, abogados, sindicalistas y líderes sociales, potenciales opositores y capaces de difundir un mensaje de resistencia ante esta parafernalia político-militar que prepara al territorio para la guerra.

Imagen: http://morazanresiste.blogspot.com

Unos dos siglos después de la independencia simbólica de la nación donde el sol nunca se ocultaba, las carabelas se hundieron en las páginas de la historia y llegaron; los buques de guerra, las armas, las bombas, el narcotráfico, el anti-laicismo, las estrategias contrainsurgentes y las fustas de metal para castigar a los pobres; las tortillas representan un peligro para la globalización, los libros y la ciencia no tienen cabida en esta ecuación ambivalente; la indignación se fue de vacaciones con la justicia, y dejaron la casa a cargo de los cómplices de la neo-colonización ¿Quién es el imperio?

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