Dmitry Chizhevsky
Foto: http://www.dosmanzanas.com
Tras el asalto a la sede de la organización LGTB LaSky en
San Petersburgo del pasado 3 de noviembre, los activistas de la ciudad rusa
temen un incremento de la violencia homófoba. La sensación de ser vigilados es
palpable, basta con mirar las redes sociales para comprobar que se han
convertido en un objetivo.
Sin embargo, para jóvenes como Dmitry Chizhevsky, herido con
una bala de goma en el ojo durante el asalto, la rendición o la huida no son
una alternativa: “comprendo que si huyo la gente entenderá que estoy asustado y
que eso significa que las cosas se han vuelto realmente aterradoras. Esto es
muy serio, sí, pero por eso digo que la gente tiene que despertar, acudir a las
organizaciones y preguntar cómo pueden colaborar”.
Dmitry Chyzhevsky acudió el 3 de noviembre a la sede la
LaSky, un grupo que presta atención y asesoramiento sobre el VIH, en uno de los
habituales encuentros a los que llaman “Rainbow Café”. El objetivo de esos
encuentros es intercambiar opiniones y vivencias y prestarse apoyo mutuo.
Dmitry recuerda que, cuando iba a salir antes de que
terminara el encuentro, en la puerta de la sede había dos hombres con los
rostros casi ocultos por capuchas y bufandas, portando bates de béisbol y
pistolas neumáticas y empujando a la activista Anya Prutskova, que trataba de
impedirles la entrada.
Oyó unos disparos y sintió un dolor fuerte en un ojo,
después sintió cómo algo más le impactaba en la espalda y en una pierna. Corrió
a esconderse, mientras oía cómo le buscaban preguntando “¿dónde se ha metido el
maricón?”.
Cuando salió de su escondite, casi todo el mundo había
huido, y los atacantes habían desaparecido. Anya Prutskova también resultó
herida por los golpes de bate de béisbol, que la dañaron tan gravemente que
tuvo que ser hospitalizada.
Dmitry puede perder la vista del ojo permanentemente, pues
una de las balas que dispararon se le alojó en la cuenca y aún están intentando
extraerla quirúrgicamente. Aunque lo que más le indigna es la actitud de la
policía. Están tratando el caso calificándolo simplemente de vandalismo.
“¡Maldita sea!, ¿puedo quedar inválido y lo llaman
vandalismo?”, protesta con evidente enfado, planteándose incluso contratar
detectives privados para que efectúen la investigación. “Todavía puedo ver la
homofobia, para eso tengo el otro ojo”, afirma con resolución.
Efectivamente, aunque la legislación rusa no considera los
ataques por razón de orientación sexual como crímenes de odio, sí que es un
agravante la violencia contra un colectivo o grupo determinado. Sin embargo,
las autoridades policiales nunca han investigado los casos de violencia
homófoba con esa consideración.
Tomado de: http://www.dosmanzanas.com/
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