Es preciso comenzar definiendo cultura como el conjunto de valores, creencias, actitudes y objetos materiales (o artefactos), que constituyen el modo de vida de una sociedad[1], o como nos dice el antropólogo Clifford Geertz[2], el ser humano es un animal suspendido en unas telarañas de significados que él o ella misma han ido tejiendo. La cultura son esas telarañas.
Hablamos entonces de la cultura como producto de una construcción de la sociedad (entendiendo sociedad como la interacción de personas dentro de un estado); ya sean construcciones simbólicas, de lenguaje, de valores o creencias o de una cultura material.
Analizando nuestra sociedad actual es inevitable chocar frente al bizarro panorama que se nos presenta. No podemos decir que nuestro país no tiene cultura, porque si la hay. Como ya vimos, la cultura son prácticas comunes de las personas; no necesariamente conductas adecuadas. En Honduras hay cultura, ¿pero, qué cultura? Una cultura retrógrada de consumismo desmedido, alienación inherente, intolerancia injustificada, violencia machista y una devoción cegadora.
Antes de desarrollar cada uno de los conceptos antes dados, es necesario hacer una conexión entre nuestra cultura y nuestro sistema económico. El factor macro social más determinante en la vida de una civilización es la economía. El capitalismo es un sistema económico producto de las constantes transformaciones y evoluciones sociales a lo largo de la historia. En su momento, el capitalismo era necesario, y hasta inevitable. Pero han pasado ya varios siglos desde que el capitalismo se ha vuelto obsoleto; es más, se ha vuelto una camisa de fuerza para la constante evolución de las sociedades, y nos ha enviado al pozo del egoísmo y pobredumbre. Gracias a una pequeña casta de oligarcas que han sabido aprovecharse de los pueblos y han utilizado todo mecanismo a la mano para mantenernos sumisos, solamente para seguir acumulando riquezas en un mundo en donde los “estancamientos generales” de Malthus dejaron de ser una teoría y pasaron a ser una realidad, y se ha evolucionado al capitalismo imperialista. Es, “gracias”, a este sistema que configura nuestra sociedad que nuestra cultura ha sido echada al despeñadero de la carroña y escoria.
Ahora si, desarrollemos.
Consumismo desmedido: En un sistema de “libre mercado” es necesario también una “libre competencia” –sabemos que eso no sucede, “gracias” al papel del estado como aliado de los monopolios empresariales de la oligarquía- para el correcto desarrollo del mismo. La invasión mediática a nuestros sentidos es agresiva, es brutal. Publicidad por todos lados. Y hasta se nos venden productos que ni siquiera son necesarios, que son superfluos; pero los medios de comunicación se encargan de crear esa necesidad. Y así se configura en nosotros y nosotras esa necesidad de utilizar ropa de marca, celulares de última generación, autos de lujo, brillantes joyas, etcétera. Vivimos en una constante competencia para obtener más, y más. Las relaciones ahora son basadas en las capacidades económicas de las personas; no podemos tener pareja sin tener que regalarle algo en cada aniversario, o una madre sin una taza para cada efeméride. Tan mal estamos.
Alienación inherente: Como establecimos antes, nuestras vidas se centran en obtener recursos para comprar más. La cotidianeidad se ha convertido en una constate. En un país donde ni siquiera la educación superior es garante de empleo seguro, es necesario vender nuestra fuerza de trabajo a cualquier precio con tal de no ahogarnos en la vorágine de la sociedad capitalista. Así es, trabajamos de lo que sea; claro, tenemos que alimentarnos a nosotros o nosotras y a nuestras familias. El trabajo se convierte en una fuerte punzada a la cual nos acostumbramos con el diario vivir. Y por si fuera poco, los medios de comunicación también nos venden miedo. Nos dan matanzas, masacres, genocidios, pirómanos, fratricidas, crímenes de odio, femicidios, parricidios, narcotraficantes, secuestradores, gente descuartizada… ¿! Quién querría salir de su casa en un país así!?
Así es, nos quedamos en el hogar viendo televisión, cansados o cansadas del trabajo, pensando en una mañana igual o peor…
Intolerancia injustificada: Nos referíamos, claro, a la discriminación que ha preponderado en la sociedad hondureña; que con el tiempo ha menguado en algunos aspectos, pero al parecer se ha agudizado en otros muchos. Nos enfrentamos a diario con este tipo de comportamientos; “maricón, afeminado, negro, indio, gay, culero” son utilizados despectivamente o para denotar algo malo. Esta intolerancia se da tanto a nivel físico –agresiones, exclusión- como a nivel psicológico –que está casi generalizada entre toda la población, ya sea insultos o “bromas” comunes- y afecta a gran parte de la población hondureña. Muchas veces no nos damos cuenta, pues tal vez hemos sido absorbidos por la tarántulezca “cultura”, y nosotros y nosotras somos intolerantes y estamos discriminando a alguien.
Violencia machista: Honduras ha sido esencialmente una sociedad patriarcal –sistema de estratificación de género en el cual los hombres dominan, oprimen y explotan a las mujeres- y, en muchos aspectos lo sigue siendo. Ya no se ve el trato esclavista en forma directa, pero todavía hay ataduras de las cuales muchas mujeres no pueden soltarse por miedo a las represalias por parte de su pareja o de la sociedad. Este tipo de ataduras ha trascendido lo visual para ir a germinar en las mentes de las personas. Todavía los hombres piensan que las mujeres pasan a ser parte de su propiedad cuando son novios o se casan; y muchas mujeres piensan igual. Y además de eso, la sociedad en general mantiene el pensamiento machista que se le atribuye al género “femenino” sobre los quehaceres de la mujer, y que estas “deberían” estar en el hogar cuidando la casa y los hijos o hijas.
Además hacemos un apartado para hablar del sexo en nuestra sociedad. Es todavía en muchas esferas un tema “tabú”, lamentablemente en otras esferas se ha vuelto algo de poco cuidado. Las relaciones sexuales son algo íntimo y privado de cada persona. Pero también los comportamientos en torno a las relaciones sexuales configuran una sociedad y devienen en “cultura”. Es decir, en una “cultura de relaciones sexuales” en donde las mujeres todavía son mercancía para los hombres que siempre estan de “caza”. Es algo inconcebible que hasta las mismas personas que abogan por un cambio social mantengan las mismas prácticas, es contradictorio.
Devoción cegadora: Respetamos cada pensamiento. Como decía Sartre, es prácticamente imposible que dos personas piensen totalmente igual. Pero si creemos necesario hacer la crítica. En nuestro país se ha confundido religión con espiritualidad; las personas han dejado de un lado su integridad espiritual para desarrollar rituales y prácticas religiosas. Creemos pertinente recordar que aproximadamente el 95% de la población nativa tuvo que morir –de una u otra forma- para que el cristianismo pudiera sentar sus bases en Honduras (esto es, de 800, 000 nativos, apenas quedaron 92, 000[3]) por sobre las creencias propias de los indígenas de nuestra tierra. Cambiamos a Quetzalcóatl por Jesús y a Itzamná por Dios. Por ahora no entraremos en más críticas, pero hacemos el llamado al desarrollo espiritual, y no religioso.
Esta es nuestra cultura, y con nuestros comportamientos la reproducimos a diario (así como el sistema económico se reproduce a sí mismo). Ahora entraremos a conceptualizar lo que es en verdad la REVOLUCIÓN DE-MENTE.
Desviacion: es lo que la gente entiende o define como tal a la vista que alguien está violando o transgrediendo una norma cultural.
Contracultura: manifestaciones culturales que sirven para demostrar rechazo a la cultura y valores dominantes.
¡Nosotros y nosotras, como miembros y miembras del Frente Revolucionario Artístico Contra Cultural, hacemos un llamado a todos y todas a hacer, mediante conductas “desviadas”, la llamada “CONTRACULTURA”!
Si queremos una nueva sociedad, creemos una nueva cultura. Destruyamos esos comportamientos que nos encadenan al magro capitalismo que ha podrido y enmohecido nuestros cuerpos y nuestras alamas. Rompamos las ataduras cotidianas de las arcaicas configuraciones que se basan en la propiedad privada y en la máxima ganancia.
Si queremos una nueva sociedad, construyámosla día a día, en cada acción, en cada comportamiento, con cada actitud. Edifiquemos una sociedad en paz consigo misma, una sociedad que no destruya, que más bien proponga.
¡Si queremos una sociedad diferente, seamos diferentes!
Y un llamado especial para aquellos y aquellas que están conscientes del pauperrismo cultural en derredor y que luchan por cambiar la política y el sistema económico. Recuerden que la lucha se da desde varias trincheras, y como lo decía el padre Guadalupe Carney, es necesaria una revolución política, pero también es necesaria una revolución espiritual; y nosotros y nosotras agregamos, es necesaria una revolución cultura, artística, intelectual. ¡UNA REVOLUCIÓN DE-MENTE!
Miércoles 9 de Febrero de 2011
[1] Sociología de John J. Macionis y Ken Plummer. Edición en Español 2006. Página 102.
[2] Clifford James Geertz (San Francisco, 23 de agosto de 1926 - 30 de octubre de 2006) fue un antropólogo estadounidense que fue profesor del Institute for Advanced Study, de la Universidad de Princeton, Nueva Jersey.
[3] Historia de Honduras, Guillermo Varela Osorio
Hablamos entonces de la cultura como producto de una construcción de la sociedad (entendiendo sociedad como la interacción de personas dentro de un estado); ya sean construcciones simbólicas, de lenguaje, de valores o creencias o de una cultura material.
Analizando nuestra sociedad actual es inevitable chocar frente al bizarro panorama que se nos presenta. No podemos decir que nuestro país no tiene cultura, porque si la hay. Como ya vimos, la cultura son prácticas comunes de las personas; no necesariamente conductas adecuadas. En Honduras hay cultura, ¿pero, qué cultura? Una cultura retrógrada de consumismo desmedido, alienación inherente, intolerancia injustificada, violencia machista y una devoción cegadora.
Antes de desarrollar cada uno de los conceptos antes dados, es necesario hacer una conexión entre nuestra cultura y nuestro sistema económico. El factor macro social más determinante en la vida de una civilización es la economía. El capitalismo es un sistema económico producto de las constantes transformaciones y evoluciones sociales a lo largo de la historia. En su momento, el capitalismo era necesario, y hasta inevitable. Pero han pasado ya varios siglos desde que el capitalismo se ha vuelto obsoleto; es más, se ha vuelto una camisa de fuerza para la constante evolución de las sociedades, y nos ha enviado al pozo del egoísmo y pobredumbre. Gracias a una pequeña casta de oligarcas que han sabido aprovecharse de los pueblos y han utilizado todo mecanismo a la mano para mantenernos sumisos, solamente para seguir acumulando riquezas en un mundo en donde los “estancamientos generales” de Malthus dejaron de ser una teoría y pasaron a ser una realidad, y se ha evolucionado al capitalismo imperialista. Es, “gracias”, a este sistema que configura nuestra sociedad que nuestra cultura ha sido echada al despeñadero de la carroña y escoria.
Ahora si, desarrollemos.
Consumismo desmedido: En un sistema de “libre mercado” es necesario también una “libre competencia” –sabemos que eso no sucede, “gracias” al papel del estado como aliado de los monopolios empresariales de la oligarquía- para el correcto desarrollo del mismo. La invasión mediática a nuestros sentidos es agresiva, es brutal. Publicidad por todos lados. Y hasta se nos venden productos que ni siquiera son necesarios, que son superfluos; pero los medios de comunicación se encargan de crear esa necesidad. Y así se configura en nosotros y nosotras esa necesidad de utilizar ropa de marca, celulares de última generación, autos de lujo, brillantes joyas, etcétera. Vivimos en una constante competencia para obtener más, y más. Las relaciones ahora son basadas en las capacidades económicas de las personas; no podemos tener pareja sin tener que regalarle algo en cada aniversario, o una madre sin una taza para cada efeméride. Tan mal estamos.
Alienación inherente: Como establecimos antes, nuestras vidas se centran en obtener recursos para comprar más. La cotidianeidad se ha convertido en una constate. En un país donde ni siquiera la educación superior es garante de empleo seguro, es necesario vender nuestra fuerza de trabajo a cualquier precio con tal de no ahogarnos en la vorágine de la sociedad capitalista. Así es, trabajamos de lo que sea; claro, tenemos que alimentarnos a nosotros o nosotras y a nuestras familias. El trabajo se convierte en una fuerte punzada a la cual nos acostumbramos con el diario vivir. Y por si fuera poco, los medios de comunicación también nos venden miedo. Nos dan matanzas, masacres, genocidios, pirómanos, fratricidas, crímenes de odio, femicidios, parricidios, narcotraficantes, secuestradores, gente descuartizada… ¿! Quién querría salir de su casa en un país así!?
Así es, nos quedamos en el hogar viendo televisión, cansados o cansadas del trabajo, pensando en una mañana igual o peor…
Intolerancia injustificada: Nos referíamos, claro, a la discriminación que ha preponderado en la sociedad hondureña; que con el tiempo ha menguado en algunos aspectos, pero al parecer se ha agudizado en otros muchos. Nos enfrentamos a diario con este tipo de comportamientos; “maricón, afeminado, negro, indio, gay, culero” son utilizados despectivamente o para denotar algo malo. Esta intolerancia se da tanto a nivel físico –agresiones, exclusión- como a nivel psicológico –que está casi generalizada entre toda la población, ya sea insultos o “bromas” comunes- y afecta a gran parte de la población hondureña. Muchas veces no nos damos cuenta, pues tal vez hemos sido absorbidos por la tarántulezca “cultura”, y nosotros y nosotras somos intolerantes y estamos discriminando a alguien.
Violencia machista: Honduras ha sido esencialmente una sociedad patriarcal –sistema de estratificación de género en el cual los hombres dominan, oprimen y explotan a las mujeres- y, en muchos aspectos lo sigue siendo. Ya no se ve el trato esclavista en forma directa, pero todavía hay ataduras de las cuales muchas mujeres no pueden soltarse por miedo a las represalias por parte de su pareja o de la sociedad. Este tipo de ataduras ha trascendido lo visual para ir a germinar en las mentes de las personas. Todavía los hombres piensan que las mujeres pasan a ser parte de su propiedad cuando son novios o se casan; y muchas mujeres piensan igual. Y además de eso, la sociedad en general mantiene el pensamiento machista que se le atribuye al género “femenino” sobre los quehaceres de la mujer, y que estas “deberían” estar en el hogar cuidando la casa y los hijos o hijas.
Además hacemos un apartado para hablar del sexo en nuestra sociedad. Es todavía en muchas esferas un tema “tabú”, lamentablemente en otras esferas se ha vuelto algo de poco cuidado. Las relaciones sexuales son algo íntimo y privado de cada persona. Pero también los comportamientos en torno a las relaciones sexuales configuran una sociedad y devienen en “cultura”. Es decir, en una “cultura de relaciones sexuales” en donde las mujeres todavía son mercancía para los hombres que siempre estan de “caza”. Es algo inconcebible que hasta las mismas personas que abogan por un cambio social mantengan las mismas prácticas, es contradictorio.
Devoción cegadora: Respetamos cada pensamiento. Como decía Sartre, es prácticamente imposible que dos personas piensen totalmente igual. Pero si creemos necesario hacer la crítica. En nuestro país se ha confundido religión con espiritualidad; las personas han dejado de un lado su integridad espiritual para desarrollar rituales y prácticas religiosas. Creemos pertinente recordar que aproximadamente el 95% de la población nativa tuvo que morir –de una u otra forma- para que el cristianismo pudiera sentar sus bases en Honduras (esto es, de 800, 000 nativos, apenas quedaron 92, 000[3]) por sobre las creencias propias de los indígenas de nuestra tierra. Cambiamos a Quetzalcóatl por Jesús y a Itzamná por Dios. Por ahora no entraremos en más críticas, pero hacemos el llamado al desarrollo espiritual, y no religioso.
Esta es nuestra cultura, y con nuestros comportamientos la reproducimos a diario (así como el sistema económico se reproduce a sí mismo). Ahora entraremos a conceptualizar lo que es en verdad la REVOLUCIÓN DE-MENTE.
Desviacion: es lo que la gente entiende o define como tal a la vista que alguien está violando o transgrediendo una norma cultural.
Contracultura: manifestaciones culturales que sirven para demostrar rechazo a la cultura y valores dominantes.
¡Nosotros y nosotras, como miembros y miembras del Frente Revolucionario Artístico Contra Cultural, hacemos un llamado a todos y todas a hacer, mediante conductas “desviadas”, la llamada “CONTRACULTURA”!
Si queremos una nueva sociedad, creemos una nueva cultura. Destruyamos esos comportamientos que nos encadenan al magro capitalismo que ha podrido y enmohecido nuestros cuerpos y nuestras alamas. Rompamos las ataduras cotidianas de las arcaicas configuraciones que se basan en la propiedad privada y en la máxima ganancia.
Si queremos una nueva sociedad, construyámosla día a día, en cada acción, en cada comportamiento, con cada actitud. Edifiquemos una sociedad en paz consigo misma, una sociedad que no destruya, que más bien proponga.
¡Si queremos una sociedad diferente, seamos diferentes!
Y un llamado especial para aquellos y aquellas que están conscientes del pauperrismo cultural en derredor y que luchan por cambiar la política y el sistema económico. Recuerden que la lucha se da desde varias trincheras, y como lo decía el padre Guadalupe Carney, es necesaria una revolución política, pero también es necesaria una revolución espiritual; y nosotros y nosotras agregamos, es necesaria una revolución cultura, artística, intelectual. ¡UNA REVOLUCIÓN DE-MENTE!
Miércoles 9 de Febrero de 2011
[1] Sociología de John J. Macionis y Ken Plummer. Edición en Español 2006. Página 102.
[2] Clifford James Geertz (San Francisco, 23 de agosto de 1926 - 30 de octubre de 2006) fue un antropólogo estadounidense que fue profesor del Institute for Advanced Study, de la Universidad de Princeton, Nueva Jersey.
[3] Historia de Honduras, Guillermo Varela Osorio
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