Me he visto de repente,
Y no fue un reflejo efímero del espejo;
Era solo yo, yo mismo,
Mi esencia, mi infortunio;
Las elucubraciones de un ser anónimo
Que deambulaba en cavilaciones.
Me encontré ahí en abstracciones,
En erráticos balbuceos de conciencia;
Yaciendo en los infiernos del fracaso,
En los desdenes de la ira,
En las manos de la muerte.
Me sentí desnudo,
Extraviado en el alud de tinieblas
Acariciado por la escoria
En los brazos de un demonio
Despilfarrado en placeres, en delirios y angustias
Ausculté un corazón podrido
Latía despacio, invisible
Con aires obscenos,
Salpicaba miedo,
Me abandonaba,
Se daba por vencido.
Nélson Arambú (MDR)
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