Imagen: http://brumasenlanoche.blogspot.com/
Por: Roberto Canizales
Y la luna se alzó por lo alto y alumbró todos los recovecos
y les vi sin máscaras, -me desconcerté- miré monstruos...
¡Ya no eran rojos! ¡Parecían rosado! ¡Casi blanco! ¡Casi nada!
Tocaban música de flauta para apaciguar la miseria,
mientras llenaban sus bolsillos de sueños y esperanzas
que después canjeaban en el banco.
se decían intelectuales,
se vistieron de nepotismo,
se proclamaron redentores.
Y las piedras golpeaban sus dientes
sus palabras eran cuchillos de doble filo.
Al compás de sus carcajadas caía la esperanza desollada
sus discursos decrépitos y longevos expedían un hedor futil.
No hay piel que les cubra,
no les avergüenza su desnudez
la muestran con cínica megalomanía.
Practicaban canibalismo
¡Se desgarraban el pellejo, las boinas, los bigotes!
Parecía un estanque de pirañas.
Y escondían el harapo ensangrentado del campesino
ya no recordaban los ríos contaminados de cianuro
ni al trabajador explotado
ni a la mujer asesinada
ni al indígena marginado.
La bandera fue alquilada,
las consignas se compran en el mercado.
La masa tiene un precio,
le llegó la fecha de vencimiento a la revolución.
El halo de luz se fue debilitando
la noche fue descendiendo con manto de oscuridad,
sus repugnantes rostros no se me olvidan
la oz y el martillo de su bandera hieren,
¡Asesinan!
Sigue la noche,
se escucha un sollozo,
el silencio se impone finalmente,
la rabia se retuerce solitaria
la incertidumbre llega.
¿Qué deparará el amanecer?
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