Con la proclamación en Honduras de la Independencia del gobierno español se inicia la resplandeciente carrera política de Francisco Morazán, la figura cimera entre los próceres que forjaron la Patria centroamericana.
Nacido en Tegucigalpa el 3 de octubre de 1792, Morazán formó parte de los patriotas que en cabildo abierto juraron, el 28 de septiembre de 1821, defender con sus bienes y su vida la Independencia.
Debido a que la provincia de Comayagua condicionó su adhesión al Acta de 1821, su gobernador José Tinoco y Contreras, en connivencia con los conservadores de Guatemala y partidarios del anexionismo al imperio mexicano de Iturbide, se dispuso a someter con las armas a Tegucigalpa que había aceptado incondicionalmente la Independencia.
Morazán, a los 29 años, se ofreció para defender la plaza y con el grado de teniente organizó una compañía bien entrenada, lo cual le mereció el inmediato nombramiento de ayudante del Primer Batallón. Tinoco y Contreras, ante estos preparativos de defensa, desistió de sus propósitos bélicos.
De esta suerte, se decreta de nuevo la Independencia de América Central el 1 de julio de 1823, al ser derrocado el imperio de Iturbide, en consideración a que las provincias de Tegucigalpa, León, San Salvador y los Altos se mantuvieron fieles al Acta de 1821. A partir de ese momento es que empieza a organizase la Patria Centroamericana.
Es así como el Estado de Honduras se forma con las provincias de Comayagua y Tegucigalpa, del cual D. Dionisio de Herrera es elegido su primer jefe. Morazán es nombrado por éste Secretario General de Gobierno, cargo que asumió el 24 de septiembre de 1824 y que desempeñó con extraordinaria habilidad política y entereza ciudadana.
En el calendario cívico hondureño el 3 de Octubre se celebra el Día del Soldado en homenaje al General Francisco Morazán, cuya gloria se agranda con el paso del tiempo. Morazán fue un militar insigne, con la misma grandeza de Bolívar, Sucre y San Martín. Fue, a la vez, un eminente estadista, propulsor y defensor del republicanismo liberal, de la democracia y de la unión centroamericana.
La magnitud de la obra morazánica no podría reducirse a su genio militar, que fue incomparable en muchos aspectos, inclusive por ser autodidacta, pues su pensamiento y su actuación política lo coloca entre los grandes hombres de su época, cuya influencia abarca al continente americano. Su proyecto de la unión centroamericana —por el que sacrificó hasta su vida— sigue siendo hoy día la tarea más urgente para los pueblos de Centroamérica.
Morazán, como militar, es el comandante en jefe del Ejército Protector de la Ley, héroe de grandes batallas, siempre respetuoso de la ley, enemigo de la dictadura, y con el objetivo fundamental de la unión de los Estados y los pueblos de América Central, para construir un destino común de independencia, libertad y bienestar.
El mayor homenaje que debemos rendirle a Morazán es realizar la unión centroamericana, su obra comenzada hace 188 años, con la segunda Proclama de la Independencia, y que es actualmente una necesidad impostergable para combatir la pobreza y establecer una democracia verdadera, con libertad, justicia, y equidad económica y social para todos.
Tomado de: http://www.tiempo.hn
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