Roşin Çiçek
Foto: http://news.turkgayclub.com/
La justicia turca ha condenado a cadena perpetua al padre y
a dos tíos de Roşin Çiçek, un adolescente gay de 17 años asesinado por su
propia familia en lo que constituyó uno más de los terribles “crímenes de
honor” que tienen lugar en ese país. Al menos en este caso se ha hecho justicia,
algo que no todas las víctimas pueden decir.
El asesinato tuvo lugar en julio de 2012. El muchacho ya había sido víctima con anterioridad de
violencia por parte de su familia, un acaudalado clan tribal de la provincia de
Diyarbakır, al sureste del país.
Al parecer buscó refugio en casa de un amigo,
de donde sus familiares lo sacaron a la fuerza. Posteriormente lo abandonaron al lado de una carretera, con
signos de violencia y un tiro en la cabeza, habría fallecido dos días después.
Después de un largo proceso la justicia turca
ha encontrado al padre y a dos tíos del joven culpables de su muerte y los ha
condenado a cadena perpetua. De hecho, tras negar de forma repetida ser el
autor de los hechos, el padre acabó confesando el crimen, aunque negando que
existiera una motivación homófoba.
“Solo quería asustar a mi hijo. ¿Tenía que dejar que se
convirtiera en un terrorista? Luchamos, y le disparé”, ha afirmado. La familia,
de hecho, ha negado durante este tiempo que su hijo fuera gay. “Si hubiera sido
homosexual yo lo hubiera matado con mis propias manos”, habría llegado a
espetar a la prensa la propia madre del joven.
Para las organizaciones LGTB y de defensa de los derechos
humanos está muy claro que se trató de un crimen de odio, y a pesar de que no
se les permitió personarse como acusación han seguido estrechamente el proceso.
De hecho, los activistas presentes en el Palacio de Justicia en el último día
del juicio fueron agredidos por familiares de los acusados.
Tomado de: http://www.dosmanzanas.com/
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