Juan Pablo II reprende al teólogo de la liberación Ernesto Cardenal
Foto: https://radiocristiandad.wordpress.com
3. El abaratamiento de las canonizaciones
Juan Pablo II dictó las reglas gracias a las cuales, ahora,
califica para ser santo: vivir los valores católicos en grado heroico y haber
realizado dos milagros. Rebajó la cantidad de milagros requeridos y, lo más
importante, derogó la figura conocida como “abogado del diablo”, que era el
encargado de investigar a profundidad la vida del beato y buscar si perpetró
iniquidades en vida.
Ahora sólo se puede hablar bien del candidato a santo.
Paralelamente, el tiempo para canonizar se acortó. Transcurrirán sólo siete
años de la muerte de Wojtyla a su entronización a los altares. Antes se
requerían al menos 30 años, para poder observar el legado de la persona con
perspectiva histórica.
4. La suciedad irresoluta del banco Ambrosiano
Antes de que Juan Pablo II asumiera el papado (1978) comenzó
el escándalo del banco Ambrosiano: lavado de dinero, fraude, vinculación con la
mafia y hasta venta de armas en la que estaban inmiscuidos los directivos del
Banco Vaticano y sacerdotes de la curia.
Juan Pablo II no pudo o no quiso solucionar el caso (de
hecho, quienes estaban detenidos fueron hallados inocentes en 2007). El asunto es harto importante por dos razones: analistas
indicaron que la muerte de Juan Pablo I en 1978 (antecesor de Wojtyla) podía
estar relacionada con el Ambrosiano.
La otra razón es que el desastre
financiero que implicó no se ha solventado. Incluso, una de las últimas
decisiones del entonces papa Benedicto XVI —nombrar un nuevo director del nuevo
banco Vaticano— muy probablemente estuvo relacionada con su renuncia al
pontificado, si se da crédito a los documentos de Vatileaks.
5. Ataque contra los teólogos disidentes
Juan Pablo II atacó con todo la Teología de la Liberación,
que afirmaba que no hay iglesia sin el pueblo (lo que debería ser una
redundancia, pues en griego “ekklesía” significa comunidad, reunión, pueblo…).
Aseguraba también que el reino de Dios también puede ser de este mundo y que
los sacerdotes deben vivir, acompañar y ser pobres.
La Congregación de la Doctrina
de la Fe (entonces liderada por Joseph Ratzinger) condenó al ostracismo a
algunos de los más eximios representantes de esta escuela: Leonardo Boff, Jon
Sobrino, Camilo Torres y Samuel Ruiz. Otro caso es el del Hans Küng, quien sin ser teólogo de la
liberación era considerado progresista. También a él se le prohibió dar clases.
“El cuestionamiento del Papa contra la teología de la
liberación comenzó en 1979, en la II Conferencia del Episcopado
Latinoamericano, y fue atizada por monseñor Alfonso López Trujillo, secretario
general, primero, y presidente, después, de dicha Conferencia y afín al Opus
Dei, con una influencia creciente en la Curia romana, donde actualmente ocupa
el cargo de presidente de la Congregación para la Familia.
En la campaña antiliberacionista ha jugado un papel nada
desdeñable el Opus Dei, a través de influyentes teólogos y obispos
latinoamericanos simpatizantes o numerarios, que han marginado -e incluso
perseguido— en sus respectivas diócesis a laicos, sacerdotes, religiosos/as y comunidades
de base, líderes comprometidos socialmente en la lucha contra la injusticia
estructural, y han denunciado ante el Vaticano a teólogos y teólogas de la
liberación.
Entre los más fieles al fundador y más críticos con la
teología de la liberación cabe citar al cardenal Cipriani, arzobispo de Lima, y
a monseñor Sáenz Lacalle, arzobispo de San Salvador.”(Diario Internacional).
Tomado de: http://colectivodignidad.wordpress.com/
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