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Este 5 de junio la Organización de Estados Americanos (OEA)
aprobó una histórica resolución a favor de los derechos LGTB en su 44 Asamblea,
celebrada en Paraguay. La resolución, presentada por Brasil, proporciona un
retrato preciso del grado de homofobia y transfobia de estado de los miembros
de la OEA, gracias a las notas al pie de página introducidas a petición de
varios países, que sin embargo no modifican el valor jurídico de la resolución.
Uno de esos países es Paraguay, anfitrión del evento, cuyo
gobierno se ha visto forzado finalmente a apoyar la declaración, aunque
expresando “su reserva”, gracias a la movilización de los colectivos LGTB
paraguayos.
Varios países han expresado sin embargo su oposición y/o sus
reservas al texto. Es el caso de San Vicente y las Granadinas, que argumenta
que el lenguaje utilizado “no está plenamente definido ni aceptado en el ámbito
internacional”.
Belice, que “no puede unirse al consenso sobre esta
resolución en virtud de que varios de los temas y principios que contiene son
en este momento, directa o indirectamente, objeto de procesos jurídicos ante la
Corte Suprema de Belice“.
Jamaica, cuyo gobierno “no puede unirse al consenso para
aprobar esta resolución pues considera que el término ‘expresión de género’ es
ambiguo y puede imponer un sistema de valores sobre otro”.
Honduras, que dice respetar las convenciones internacionales
sobre derechos humanos pero “no se considera obligado por ninguna disposición
contenida en este proyecto que pudiera contravenir las disposiciones de esas
Convenciones o su legislación interna”, o de Surinam, Guyana y Trinidad y
Tobago, por parecidas razones.
Nada sorprendente, por otra parte, si se tiene en cuenta que
algunos de estos países, como Jamaica u Honduras, se cuentan entre aquellos en
los que la homofobia y transfobia social y/o de sus gobiernos es más fuerte.
Dos países, Guatemala y Ecuador, han centrado sus reservas
hacia la declaración en el matrimonio igualitario, al declarar que “promueven y
defienden todos los derechos humanos y respecto de las disposiciones de la
presente resolución” pero que “consideran que el no reconocimiento legal del
matrimonio entre personas del mismo sexo no constituye una práctica
discriminatoria”.
Tampoco supone una especial sorpresa, ni siquiera en el caso
de un país con un gobierno de izquierda, como Ecuador, que se dice comprometido
con los derechos LGTB pero cuyo presidente, Rafael Correa, es un orgulloso
defensor del conservadurismo moral y un furibundo opositor al matrimonio entre
personas del mismo sexo.
Estados Unidos también ha querido hacer “una aclaración”,
pese a encontrarse entre los impulsores de la resolución. Sus reservas tienen
que ver en este caso con su alergia a las convenciones internacionales
vinculantes. “Estados Unidos apoya decididamente esta resolución; sin embargo,
desea hacer una aclaración con respecto a la Convención Interamericana contra
el Racismo y Toda Forma de Discriminación e Intolerancia".
Estados Unidos se ha opuesto sistemáticamente a la
negociación de nuevos instrumentos jurídicamente vinculantes contra el racismo,
la discriminación racial y otras formas de discriminación o intolerancia.
Reiteramos nuestras ya inveteradas inquietudes con respecto a este ejercicio en
el seno de la OEA y las convenciones que de él resulten”, ha sostenido.
El último de los países que ha expresado reservas hacia la
resolución ha sido el país anfitrión de la Asamblea, Paraguay, cuyo gobierno
“reitera su compromiso con los principios de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos y Convenciones Internacionales suscritos sobre la materia
reafirmando lo preceptuado en el Título II ‘De los Derechos, de los Deberes y
las Garantías’; Capítulo III ‘De la Igualdad’ y Capítulo IV ‘De los derechos de
la familia’ de la Constitución Nacional y concordantes. Expresa, asimismo, su
reserva sobre el texto de la Resolución”.
Pese a las reservas, es importante destacar que el gobierno
de Paraguay finalmente ha apoyado la resolución, en contra de lo que se había
anunciado con anterioridad. Lo sucedido en los últimos días, en los que
pudieron escucharse palabras rabiosamente homófobas en boca de varios senadores
opuestos al proyecto de resolución y activistas LGTB fueron agredidos por la
policía mientras se manifestaban pacíficamente, tiene sin duda mucho que ver.
Tomado de: http://www.dosmanzanas.com/