Es posible que en unos meses, el Gobierno reconozca la unión civil en parejas del mismo sexo. Ésta es la historia de los homosexuales en uno de los países más polémicos del mundo. No se hizo mención de ello en las páginas de Granma, el periódico del Partido Comunista, pero cuando llegó la noticia de que las autoridades cubanas estaban considerando la legalización de las uniones civiles del mismo sexo, fue motivo de una tranquila celebración.
El anuncio fue realizado por Mariela Castro, hija de Raúl Castro y directora del centro nacional de educación sexual de Cuba, durante una entrevista con la Cadena Ser a principios de este mes. Castro, la principal defensora de los derechos de los gays en la isla, dijo que las autoridades cubanas ya están estudiando la propuesta de cara a la próxima conferencia del Partido Comunista el 28 de enero.
“Ésta es una oportunidad histórica, y creo que estamos cerca de tener un proyecto de ley”, destacó Castro, quien también reveló en la entrevista que los cubanos homosexuales pueden servir en el ejército. “Hemos estado trabajando en este tema desde hace mucho tiempo, con un gran activismo. Estamos empezando a ver los resultados y una solución política”.
Ciertamente, el reconocimiento de uniones civiles del mismo sexo sería un logro sin precedentes - de Mariela Castro y de los activistas de derechos de los gays de la isla. Pero también surge la pregunta: ¿Por qué ha llevado tanto tiempo en Cuba?
Al fin y al cabo, otros seis países de América Latina ya reconocen las uniones civiles del mismo sexo: Uruguay, Colombia, Ecuador, Brasil, Argentina y Méjico (en ciertos estados). ¿Por qué entonces en Cuba, una sociedad secular donde la política de izquierdas ha dominado durante 50 años, hay tanta lentitud para conceder la plena igualdad legal para gays y lesbianas? Como Castro le dijo al entrevistador: “Una sociedad socialista no puede ser homófoba”.
Sin embargo, lo ha sido en el pasado
En las décadas siguientes a la revolución cubana de Fidel Castro de 1959, los cubanos gays sufrieron diversas formas de acoso, y muchos en la década de 1960 fueron enviados a campos de trabajo militar para ser “rehabilitados” mediante penosos trabajos agrícolas. El “Nuevo Hombre” socialista concebido por el Che Guevara era fuerte, sacrificado, masculino y heterosexual sin ninguna tipo de duda.
Varios de los principales artistas de Cuba y los intelectuales de la época, entre ellos algunos de los más feroces críticos de Castro, eran gays, lo que contribuye a la percepción entre algunos incondicionales del partido de que los homosexuales son intrínsecamente “subversivos” o “contrarrevolucionarios”. El aclamado escritor cubano Reinaldo Arenas, quien huyó la isla en el éxodo del Mariel de 1980, fue un ejemplo de ello.
Mucho ha cambiado desde entonces. Los cubanos ahora marchan cada año en el desfile del orgullo gay bendecido por el Gobierno y el Estado incluso ha comenzado a ofrecer un número limitado de cirugías de cambio de sexo para transexuales cubanos sin coste alguno, de acuerdo con el espíritu del sistema socialista sanitario de la isla. Sin embargo, todavía quedan muchos gays que se resisten a salir del armario. No hay bares gays específicos, y sigue estando profundamente arraigada una cultura machista, que se burla o rechaza la homosexualidad, como sucede en muchos lugares de Norteamérica.
Los activistas de derechos de los homosexuales, liderados por Mariela Castro (que no es lesbiana), han conseguido concesiones irregulares, mientras siguen haciendo frente a retrocesos de una cultura que tiene actitudes superficiales sobre el sexo, pero no sobre la sexualidad.
Aunque la Iglesia Católica de Cuba no tiene tanto poder como sucede en otros países de América Latina, sigue siendo una institución imponente en la isla y una autoridad moral para muchos. Ha declarado abiertamente su oposición a cualquier intento de reconocer formalmente las relaciones homosexuales, aunque sus protestas se han relajado en los últimos años.
Aunque la Iglesia Católica de Cuba no tiene tanto poder como sucede en otros países de América Latina, sigue siendo una institución imponente en la isla y una autoridad moral para muchos. Ha declarado abiertamente su oposición a cualquier intento de reconocer formalmente las relaciones homosexuales, aunque sus protestas se han relajado en los últimos años.
Cuando el gobierno cubano proyectó la película “Brokeback Mountain” en la televisión nacional en 2008, el portavoz de la iglesia Orlando Márquez escribió: “Yo respeto a las personas homosexuales, pero no la promoción de la homosexualidad. Vamos por un camino peligroso cuando nuestras propias instituciones del Estado promueven programas que socavan los cimientos de nuestra sociedad”, “mientras que el comportamiento homosexual no es algo nuevo”, escribió, “sí lo es la agenda internacional que promueve la homosexualidad en todos los niveles”.
Márquez, que también es director de Palabra Nueva, una revista de la iglesia, se negó a comentar el anuncio de Mariela Castro, al referirse las preguntas sobre puntos de vista de la Iglesia a las declaraciones publicadas anteriormente que se oponen a las uniones del mismo sexo, incluidas las declaraciones sobre el tema emitidas por el Vaticano y el cardenal cubano Jaime Ortega.
En la comunidad gay de Cuba, la reacción al anuncio de Mariela Castro ha sido entusiasta, pero también desigual. Ailec García, de 32 años, dice que mientras su compañera desde hace siete años está dispuesta a formalizar su relación, para ella no es no es una prioridad. “Es difícil entusiasmarse con esto cuando todavía vives con tus padres y no puedes pensar en tener una casa propia”, dice García, explicando cómo los sueldos miserables de Cuba y una grave escasez de vivienda frustran las aspiraciones de muchas parejas, ya sean homosexuales o heterosexuales.
Castro no entró en detalles acerca de los beneficios legales que podrían conllevar estas uniones. Pero Cuba es también un país donde la práctica del matrimonio también ha entrado en un declive dramático y muchas parejas heterosexuales no se casan, incluso aunque hayan tenido hijos, ya que no pueden permitirse el lujo de tener una boda de la que derivarían algunos beneficios legales. Sin embargo, García dice que la legalización de las uniones civiles homosexuales tendría una enorme importancia simbólica para el país. “Todavía tenemos un largo camino por recorrer en la eliminación de actitudes machistas y de los tabúes”, explica. “Pero sería un gran paso hacia delante”.
Tomado de: http://anodis.com/nota/18066.asp
Tomado de: http://anodis.com/nota/18066.asp
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