“La mayor parte de los hombres, falseando la verdad, quieren
aparentar ser mejores” (Esquilo)
José Saramago solía emular al hecho de que para conseguir la
santidad de algún hombre, siempre habría que prever el ineludible destino
vergonzoso de otro; esto fue muy bien planteado en su obra: Caín.
A finales de los años 80´s y en toda la década de los 90´s,
Honduras como país comenzó a tener evidencia precisa de la existencia de otros
movimientos sociales, algunos que antes habían sido considerados como sujetos
de “deleite” en la sección de nota roja amarillista: “Muere reina de belleza” –
por ejemplo – era un titular muy común en los periódicos nacionales para
referirse a la muerte de un travesti o un hombre homosexual y fuera del armario
conocido; a medida que los grupos fueron reestructurando su propia idea de
organización, fueron demandando más respeto o algo más simple como un mejor
trato de su identidad en los medios de prensa.
Muy poco o nada se hablaba en esos momentos de los temas
torales que influían en la calidad de vida de las personas homosexuales,
lesbianas o transexuales en el país; la voz más disidente era: “Alma Violeta,
pide que se respeten sus derechos y los de sus amigas” (titulares de los
diarios La Tribuna, El Heraldo y La Prensa 1992-1999) ¿Cuáles derechos?
¿Amigas?
– por supuesto, para
la sociedad había sido más fácil aprender a construir femineidad como símbolo
de debilidad en los hombres que se negaban por “voluntad propia” a tener coito
con alguien del sexo opuesto; y entonces como era de esperarse, comenzaron a
salir del armario – por supuesto un armario un tanto diferente, lúgubre y de
mal gusto – otros hombres, que con una biblia bajo el brazo o con una copia
anterior a la edición segunda de 1973, del Manual Diagnóstico y Estadístico de
los Trastornos Mentales (DSM) habrían marcado el principio de la cacería de
brujas o algo más emblemático – como lo llamo Vargas Llosa – “La cacería del
gay”
La aparición en escena de la ley de policía y convivencia
ciudadana en el año 2001, (Decreto 226-2001) estableció el primer eslabón de la
persecución oficial de las fuerzas de seguridad pública hacia las personas que
no formaran parte de ninguna estructura familiar tradicional o lo que es peor,
la persecución de los diferentes y la criminalización de dos hechos
fundamentales: ser pobre y ser joven; la
ley fue categórica en determinar que, la autoridad pública (policía) podría
considerar y sancionar como vagos a “las personas que no tengan modo honesto de
vivir conocido”; en consecuencia, se reputan vagos: Los mendigos sin patente,
los rufianes, prostitutas ambulantes, los drogadictos, ebrios y tahúres. (Art
99 – decreto 226-2001) en consecuencia, comenzaron las redadas en los lugares
públicos como parques, avenidas, zonas de trabajo sexual, bares y discotecas,
entre otros, teniendo como resultado una sistemática detención de travestis y
transexuales trabajadoras sexuales.
Para el año 2003 con los balbuceos democráticos de la
derecha hondureña y la alineación histórica del Opus Dei, Pro-Vida y los grupos
conservadores con el poder legislativo; comienzan a crecer las demandas de
distintos movimientos sociales basadas en la diferencia profesa del trato entre
los ciudadanos de este país, es decir: en la década anterior se hablaba poco
sobre las diferencias marcadas en el acceso a derechos, quizá la “catástrofe”
de El Porvenir en donde el incendio de la cárcel y el asesinato premeditado de
más de 107 reos a manos del estado de Honduras, provocaría una agitación de los
sectores respecto al costo de la vida en Honduras, ¿Qué tanto el estado de
Honduras garantizaba el derecho a la vida, en una discusión desapegada de las
torturas, desapariciones y ejecuciones extrajudiciales como en los años 80´s?
se pensaba más en un nuevo contexto, en una dinámica mundial en donde los
países latinoamericanos comenzaban a establecer retos y debates de altura,
respeto a ¿Quiénes gozaban realmente de la protección de un derecho tan elemental
como lo es el derecho a la vida, dentro de esos estados que se jactaban de ser
democráticos?
Luego llegaron las
personerías jurídicas de tres organizaciones de gays y lesbianas (2004) y es
quizás este hecho que marca el inicio de la persecución y la promoción
documentada del odio hacia los homosexuales, lesbianas y transexuales en este
país; los señores: Garachana, Lloyd, Fumero y el abanderado del odio y la
prostitución de la fe religiosa en Honduras, el señor Evelio Reyes. Los
programas televisivos que antes parecían encaminados a profesar la fe, los
cultos familiares masivos, las paradas en los púlpitos, las caminatas públicas,
los panfletos, las horas juveniles, las reuniones de los hombres cristianos de
negocios, todo, absolutamente todo se transformó en un amplio campo de batalla
de los buenos pastores, contra las ovejas negras.
Para el segundo
trimestre del año 2004, la guerra estaba declarada en los medios de
comunicación radiales, televisivos y escritos, el lobby anti-laico comenzó a
socavar las bases esenciales de la democracia y en consecuencia habiendo
encontrado voces aliadas en los curules del congreso nacional de Honduras; la
política, la policía, la religión, la prensa y el odio habían firmado un pacto
de “caballeros” para perseguir sin tregua a los hombres y mujeres diferentes de
los heterosexuales en lo ancho y largo del territorio nacional.
El concepto de respeto fue cambiando en la sociedad
hondureña, antes del uso de los espacios destinados para la fe como escenarios
de promoción del odio; para cualquier ciudadano era fácil entender que una
golpiza, un maltrato verbal, una intromisión en la vida privada de los demás
ciudadanos era un irrespeto; con sus matices, pero irrespeto al fin; había más
claridad respecto los homicidios, un asesinato, era eso, asesinato; quien lo
cometía era pues un asesino y quien lo promoviera era un cómplice o un violador
de la ley, punto.
Sin embargo, la fe pasó de ser el alimento para el alma de
los necesitados de paz a convertirse en el arma de la nueva “guerra santa” de
las iglesias contra los ahora llamados “diversos” – es que hasta eso cambió,
homosexuales, lesbianas, transexuales, pasaron a ser términos tan enfermizos
que hasta los mismos grupos comenzaron acuñar el término: diversidad sexual
- y fue en este momento en donde
comenzaron a desempeñar un papel importante las estadísticas ¿Cuántos
homosexuales habían sido asesinados en Honduras? Uno de los primeros informes
que documento este fenómeno, determinó que en una década (1991-2003) habían
sido asesinados aproximadamente 200 personas homosexuales en todo el país,
estos datos estaban basados en fuentes de información secundaria, especialmente
reportes de prensa, aun no se conocían detalles sobre dictámenes de medicina
forense, informes de policía, reportes o documentación de estos casos por las
mismas organizaciones de la ahora llamada “diversidad sexual”
La llegada del golpe de estado en junio de 2009, marcaría el
recrudecimiento de la persecución a homosexuales y transexuales en el país;
desde el mismo día del golpe de estado apareció el primer cuerpo de una
transexual degollada en Tegucigalpa; para finales de ese mismo año, el número
de asesinatos habían alcanzado los 24; y tres meses después (marzo 2010) la
cifra se había incrementado a 37 asesinatos. Sin embargo, la cacería estaba
lejos de detenerse, los medios de comunicación mediatizaron el tema como
“delincuencia común” en concordancia con la política de estado del régimen de
Porfirio Lobo Sosa, en el que todo homicidio sería caracterizado como
delincuencia común, a pesar de que quienes estaban siendo asesinados eran los
abogados, periodistas, estudiantes, campesinos, indígenas, obreros,
sindicalistas, mujeres, ambientalistas y homosexuales y transexuales.
– la política del
exterminio de los disidentes – en sólo tres años y medio de su gobierno la tasa
de homicidios fue de 85.5 para 2012 e incremento a 91.3 para el primer semestre
del año 2013; un total de 53,622 homicidios en una década, de los cuales, cerca
de 24,000 corresponden al gobierno de Lobo Sosa
y de estos cerca de 200 representan homosexuales y transexuales
asesinados hasta julio de 2013.
Es en este punto en donde quizá la sociedad en su conjunto,
no ha logrado comprender la dimensión del desequilibrio que representa la falta
de legislar la discriminación en cualquier país, pero con mayor urgencia en
países como Honduras, en donde el estado de terror mantiene en zozobra a toda
la población; heterosexuales, homosexuales, transexuales, lesbianas,
bisexuales, asexuales, intersexuales, todas las personas en este país deben
luchar por hacer prevalecer el derecho más esencial de un ser humano; la vida,
la vida que ha sido arrebatada en el marco de un estado de terror, ¿entonces,
por qué los homosexuales y transexuales deberían bajar la guardia para
salvaguardar la vida? ¿Por qué razón en un estado de indefensión, la vida de
los homosexuales y transexuales debe depender de las interpretaciones
teológicas de un abanderado de la religión que promueve el odio? ¿Por qué en un
estado de violencia, el odio debe ser escuchado y no los gritos de auxilio por
la vida? ¿Por qué nos preocupa como sociedad pronunciarnos contra el aborto
para proteger “la vida” mientras que permitimos que alguien promueva el odio
que trae como consecuencia la muerte? ¿Por qué un hombre que dice ser hijo de
la fe, violenta la ley convirtiéndose en artífice del delito? ¿Por qué
permitimos que las instituciones violenten la ley y cometan crímenes al
irrespetar el pleno cumplimiento de las leyes en un estado constitucionalmente
laico?
No estoy absolutamente convencido de que al señor Evelio
Reyes le importe la vida de nadie más, no parece estar interesado en construir
paz en un país que añora salir de la violencia, no parece prestarle igual
atención a los problemas torales del país; evidencia estar más interesado en la
vida sexual de otros hombres adultos que en los casos de pedofilia dentro de
las iglesias protestantes y católicas; no parece preocuparle la niña de 10 años
de edad que se debate entre la vida y la muerte en un hospital del norte de
Honduras, a causa de habérsele practicado un aborto clandestino, no hay que ser
muy listos para entender lo grave del caso; una niña de 10 años de edad que ha
abortado ¿Quién la embarazó? Eso es abuso ¿Por qué no perseguimos el abuso?
¿Por qué no salen las iglesias a protestar por cada joven, adolescente y niño o
niña que es asesinado a diario en este país? 20 personas son asesinadas en
promedio cada día en Honduras y al señor Evelio Reyes lo único que le preocupa
es ¿Quién penetra a quién? ¿No es acaso aberrante su posición?
No parece que el “pastor” o sus seguidores estén siendo
honestos respecto a ¿Qué les motiva a perseguir homosexuales y transexuales?
Dicen que es la religión, pero más parece otra cosa, parece morbo y miedo,
temor a perder los estribos y promover un holocausto, seguramente le provocaría
excitación ver un campo de concentración lleno de hombres homosexuales listos
para la tortura, de lo contrario, es bastante extraño que un hombre ungido de
Dios, dedique 15 años de su vida y de su iglesia a vigilar a gays y lesbianas
en lugar de guiar a su rebaño, en un estado que le guste o no; es laico.
“La rebelión de Stonewall fue la madrugada de un 28 de junio
de 1969, pero el holocausto rosa contra el nuevo paradigma del activismo GLBT
en el mundo; se instauró con saña 40 años y un día después en un país de cuento
de hadas llamado: Honduras”
Nelson Arambú 20 de
agosto 2013.
A la memoria de todos los compañeros y compañeras GLBT
asesinados en Honduras.
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