El relato es una historia que ha estado semioculta a lo
largo de cuatro siglos y que gracias al trabajo e investigación del
historiador, de origen norteamericano, Federico Garza Carvajal ha visto la luz
a través de un libro titulado ‘Las Cañitas. Un proceso por lesbianismo a principios
del XVII’.
Las Cañitas era el sobrenombre que recibieron dos mujeres
tras hacerse pública su detención y posterior proceso, acontecido en Valladolid
y Salamanca entre los años 1603 y 1606, que celebró la inquisición acusándolas
de lesbianismo.
Ellas eran Inés Santa Cruz, una monja que provenía de una
ilustre familia que había ejercido como priora, y Catalina Ledesma, diez años
mayor que la religiosa, analfabeta y que trabajaba como criada.
A pesar de pertenecer a esferas sociales tan distantes, se
les señalaba de haber cometido un acto de ‘lesbianismo’ y entre las pruebas que
presentó la acusación se encontraba un artilugio de caña que había sido tallado
en forma de miembro masculino, con lo que (según constaba en el antiquísimo
sumario) se proporcionaban placer mutuo, motivo por el que habían recibido el
mote de ‘las Cañitas’.
En su obra, Garza Carvajal relata con toda clase de detalle
cómo se desarrolló todo el proceso contra las amantes y las diferentes
vicisitudes judiciales que fueron apareciendo a lo largo de aquellos tres años.
Destaca la parte del texto extraído del sumario donde se les
llama a las acusadas ‘bujarronas’ (palabra textual que figura en el sumario
original) y en el que el escribiente detallaba las relaciones íntimas entre
ambas mujeres del siguiente modo: “Con sus manos la abría la natura a la dicha
Catalina hasta que derramaba las simientes de su cuerpo en la natura de la otra
por lo cual las llamaban Las Cañitas y esto es público y notorio entre las
personas que las conocen”.
La acomodada posición de la familia de Inés Santa Cruz fue
fundamental a la hora de dictarse sentencia y anunciar la condena; teniendo en
cuenta que en aquella época la mayoría de las personas que fueron juzgadas por
el tribunal de la inquisición por temas relacionados con actos homosexuales
habían acabado encerrados de por vida y/o ajusticiados públicamente.
Pero las Cañitas tuvieron algo más de suerte, siendo
castigadas a recibir unos azotes y el posterior destierro. Gracias a los
importantes contactos que mantenía la familia Santa Cruz en la Chancillería de
Valladolid (el más alto tribunal de justicia de la Corona de Castilla) la
pareja de enamoradas obtendría el perdón real, siendo liberadas del castigo que
se les había impuesto, algo que lo marca como un hecho prácticamente insólito
para la época.
Tomado de: http://mx.noticias.yahoo.com
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