LA DIMENSIÓN SEXUAL DEL 1o DE MAYO
La
discriminación soterrada y simbólica de las mujeres transgénero y transexuales,
las mujeres lesbianas y los hombres gays en el ámbito laboral, ha sido una de
las aristas menos documentadas no sólo por el movimiento LGTBI si no también un
tema ausente en las agendas del sindicalismo y las luchas por los derechos
laborales en un Estado de derecho. Podría decirse que en este escenario el
planteamiento en países como Honduras, debería buscar documentar no sólo la
existencia de la discriminación o el estigma asociados a la condición de
orientación sexual o de género en el campo laboral, si no que debería poderse
decir con propiedad que en el campo laboral existen dos dimensiones: 1) que
tiene que ver con la vivencia de la exclusión y el maltrato de los miembros de
la comunidad LGTBI en sus lugares de trabajo y 2) la dimensión que está
determinada exclusivamente por el no acceso, o la falta de oportunidad del
respeto al derecho de contar con un trabajo digno.
Es
en esta última donde se hace necesario abrir la caja de pandora para desnudar
una realidad que parece ajena a las luchas relacionadas con el campo laboral y
que a veces tan sólo no nos importa porque está doblemente vetada por una
sociedad conservadora y dependiente de un capitalismo que amplía las
desigualdades. Estamos seguros de que los mártires de Chicago en 1886,
pretendían eliminar un las condiciones inhumanas del empleo, de tal forma que
no dependiera de las necesidades, creencias, prejuicios o valoraciones subjetivas
de los empleadores ni del Estado en su conjunto; si no que era sumamente
importante asegurar que todo trabajador y toda trabajadora gozaran por igual de
un trato justo, humano e igualitario en las empresas y en los escenarios de
empleos públicos o privados.
En
Honduras el ser lesbiana, trans o gay implica un reto mayor para asegurar ese
respeto a sus derechos como empleado y empleada; partiendo de lo anecdótico, es
bien sabido que son frecuentes las situaciones donde se sufre de violencia
laboral, despidos injustificados, y fuerte hostigamiento en los lugares de
trabajo. En 1999 la organización LGTB Asociación Colectivo Violeta, tuvo que
hacer una fuerte campaña para lograr el asilo de “Claudio” un ex – empleado del
Banco Atlántida que fue despedido sin derecho a prestaciones, debido a su
condición de ser homosexual, eso quedó explicitado en la propia carta de
despido; además de lo anterior la víctima fue objeto de burlas y malos tratos
en el Ministerio de Trabajo, cuando se acercó en busca de ayuda y asesoría
legal. En 2001, “La chunga” una transexual recién graduada de la carrera de
derecho, fue expulsada a empujones de los juzgados de San Pedro Sula cuando
solicitó fuera revertida la decisión del colegio de abogados de impedirle
ejercer como abogada debido a su condición de género.
Otros
casos como el de “Francisco” (Q.E.P.D) un ex – activista del movimiento LGTB
hondureño que año tras año intentaba conseguir un empleo fijo, sin embargo,
cada vez que se presentaba a una entrevista de trabajo la situación se repetía
una y otra vez; “… la señora que me
atendió se puso rojita cuando me vio y me preguntó si yo era la persona del
curriculum, luego de un rato varios hombres que trabajaban ahí venían con la
excusa de buscar o preguntar algo, pero yo sabía que venían a verme, salían
riéndose de la oficina y yo podía escuchar sus carcajadas afuera…” después
de muchos años y muchos intentos fallidos en los que nunca recibió una
oportunidad, la calle y la prostitución se convirtieron en su modo de
subsistencia hasta, el día que fue asesinado por desconocidos en las calles de
Tegucigalpa.
También
casos como el de “la juanita” una mujer transexual que lleva 16 años trabajando
como cantinera y prostituta de una red de explotación y trata de personas, que
la compró cuando apenas tenía 12 años de edad y desde entonces ha recorrido
varios países como esclava de esta red (Honduras, Guatemala y México), para la
que trabaja desde las 10 de la mañana hasta el amanecer, todos los días de la
semana, todos los meses del año y por lo que sólo recibe a cambio su
alimentación, un lugar donde dormir y algo de ropa.
Son
innumerables los casos que se conocen y muchas más crudas las historias de
terror amparadas en la exclusión y en la desigualdad, que han venido sucediendo
generación tras generación a los miembros y a las miembras de la comunidad
LGTBI en lo que se refiere al ámbito laboral.
Es por esta razón que el Movimiento
Diversidad en Resistencia ha querido hacer un llamado para que este 1ro de mayo;
como hondureños y hondureñas recordemos que los retos como obreros y obreras,
como trabajadores y trabajadoras, como sindicalistas y como ciudadanos y
ciudadanas de este país; son más grandes de lo que parecen y que requieren de
soluciones también más integrales; así mismo, es necesario reconocer que existe
una exclusión en el campo laboral “validada” para ciertos sectores sociales
como las transexuales, las lesbianas y los gays; y que amparados en un Estado
“moral” y de “buenas costumbres”, los movimientos reivindicadores de los
derechos laborales hemos sido permisivos con esta desigualdad y participes de
esta exclusión gracias a nuestra indiferencia.
¡Que
viva el primero de mayo, que vivan los trabajadores y las trabajadoras de
Honduras, arriba los obreros y obreras del mundo!
Movimiento
de Diversidad en Resistencia (MDR)
¡Aquí
por Derecho!
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