Wilhelm von Breymann (der.) y su pareja Mauricio Alfaro
Foto: http://www.nacion.com/
Se puede ser concreto y señalar que en la investidura
presidencial de Luis Guillermo Solís no hubo oraciones y que, por primera vez,
un ministro homosexual desfiló junto a su pareja. La ceremonia de
traspaso de poderes fue distinta a cualquiera del pasado porque estos son otros
tiempos, porque Solís quiso, por errores de organización o por pequeños
cálculos de otros actores.
El presidente decidió que fuera austero y así fue. Fue casi
parco, de no ser por el discurso que él pronunció con su usual emotividad, con
frases duras y hasta un pase de interactividad al poner a los asistentes a
acabar la frase de campaña “con Costa Rica no se juega”.
No asistieron demasiados presidentes de otros países. Sólo
participaron cinco: de Ecuador, Bolivia, Guatemala, Honduras y República
Dominicana, además del salvadoreño Salvador Sánchez Cerén, mandatario electo.
El panameño Ricardo Martinelli canceló su viaje a última hora.
Así fueron pasando. Destacaron los aplausos y hurras de
siempre para Felipe de Borbón, príncipe de Asturias, y algo menos para Rafael
Correa, del Ecuador. Después el turno fue para el gabinete. Lo encabezó Melvin
Jiménez, el brazo derecho de Solís y ministro de la Presidencia, que entró
varios pasos adelante del grupo y aplaudiendo hacia las gradas.
Detrás del obispo luterano iban los nuevos jerarcas con sus
parejas. Y ahí, como uno más, iba el ministro de Turismo y presidente del
Instituto Costarricense de Turismo (ICT), Wilhelm von Breymann.
Es parte del cambio. Pero no era uno más. Quizá era el
primer ministro en la historia de Costa Rica en entrar acompañado de su pareja
del mismo sexo, Mauricio Alfaro, ante la mirada de público y prensa.
“Tengo 19 años con él; es mi pareja de vida. Compartimos
trabajo, hogar y futuro. Y así me tocó desfilar; no había de otra”, contó al
final de la tarde. “Sí pensé en lo que iba a significar desfilar con él y creo
que es mi vida, pero también es parte de las cosas que van cambiando”.
No hubo oración, pero sí invocación al final del discurso de
Solís: “Pido al Dios eterno, creador de todas las cosas y Señor de Señores, que
bendiga a Costa Rica dándole la capacidad a su pueblo y a sus gobernantes, yo
el primero, de cantar con alegría el himno siempre nuevo de la paz y la
esperanza”.
Tomado de: http://www.nacion.com/
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