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No se hizo mención de ello en las páginas de Granma, el periódico del Partido Comunista, pero cuando llegó la noticia de que las autoridades cubanas estaban considerando la legalización de las uniones civiles del mismo sexo, fue motivo de una tranquila celebración.
El anuncio fue realizado por Mariela Castro, hija de Raúl Castro y directora del centro nacional de educación sexual de Cuba, durante una entrevista con la Cadena Ser. Castro, la principal defensora de los derechos de los gays en la isla, dijo que las autoridades cubanas ya están estudiando la propuesta de cara a la próxima conferencia del Partido Comunista el 28 de enero.
“Ésta es una oportunidad histórica, y creo que estamos cerca de tener un proyecto de ley”, destacó Castro, quien también reveló en la entrevista que los cubanos homosexuales pueden servir en el ejército. “Hemos estado trabajando en este tema desde hace mucho tiempo, con un gran activismo. Estamos empezando a ver los resultados y una solución política”.
Ciertamente, el reconocimiento de uniones civiles del mismo sexo sería un logro sin precedentes de Mariela Castro y de los activistas de derechos de los gays de la isla. Pero también surge la pregunta: ¿Por qué ha llevado tanto tiempo en Cuba?
Al fin y al cabo, otros seis países de América Latina ya reconocen las uniones civiles del mismo sexo: Uruguay, Colombia, Ecuador, Brasil, Argentina y México (en ciertos estados). ¿Por qué entonces en Cuba, una sociedad secular donde la política de izquierda ha dominado durante 50 años, hay tanta lentitud para conceder la plena igualdad legal para gays y lesbianas? Como Castro le dijo al entrevistador: “Una sociedad socialista no puede ser homófoba”.
Tomado de: http://zonadiversa.blogspot.com
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